Comenzamos nuestra visita a Ávila con la iglesia anexa al convento de Santa Teresa, de estilo barroco carmelita.
El complejo se construyó sobre la casa donde nació el santo. El edificio se terminó el 15 de octubre de 1636.
La fachada no se parece a ninguna otra. Ha sido diseñado como un retablo y organizado en varias partes, destacando la imagen de la santa, tallada en mármol, y los diferentes escudos de las personas que fueron importantes para la santa y los acontecimientos que tuvieron lugar a lo largo de su vida: los de las familias Cepeda y Ahumada, la Orden de los Carmelitas Descalzos, el Conde Duque de Olivares, la Mayordomía y el Doctor de la Iglesia.
Al entrar en la iglesia, el silencio absoluto, casi palpable, y la luminosidad diáfana del lugar invitan a la meditación. El interior es sencillo y, aunque hay muchas obras de arte que contemplar, no está sobrecargado. Los retablos, en los que se exponen numerosas pinturas, esculturas y otras obras de arte, son de un estilo muy sencillo, muy "carmelita descalzo", la orden fundada por Santa Teresa.
Le recomiendo que pasee tranquilamente por las callejuelas, que disfrute de la tranquilidad del lugar y que aprecie las obras expuestas: desde el gran Cristo en la Cruz (foto nº 7) hasta la pequeña sala del fondo de la iglesia que contiene reliquias de la juventud del santo.
Información práctica: la entrada es gratuita.
No pude evitar posar con Santa Teresa, sentada tranquilamente en un banco de piedra frente al convento, vestida con el hábito carmelita, con los ojos levantados al cielo y una pluma en la mano. Esta escultura de bronce, un icono "muy cercano al visitante", pesa 280 kilos y mide unos dos metros de altura.
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